Me asomo al abismo irremediablemente
me contemplo en un espejo que me vislumbra
a lo lejos cada vez más distanciada
donde me observo, con toda esta verdad
que nunca quisiste ver en mí
por tus miedos indefendibles.
Bendigo la nobleza de esta lluvia de palabras
al caer sobre mi cuerpo desnudo
huérfano de ti porque sin ti
soy como un barco a la deriva.
Esta lluvia bendita que lava mi cuerpo
y me redime hasta de los sentimientos
impropios y callejeros
de los tantos siglos acumulados en mi interior.
Déjame lavar tu espalda con esta rosa de otoño
la persistencia de esta hiedra,
que es tan sin igual a mi cuerpo
que se trepa por los recodos de un edificio
y se apega a las cicatrices de las paredes
desde hace miles de milenios…
Llueve, en este descabellado bosque
el que me invento con toda la tibieza
para no perecer en tus silencios.
Doris Melo
En el libro . En los labios de la lluvia.
2019
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