La insurrección de las voces en la escritura poética
de Norberto James Rawlings
Norberto James Rawlings (1945), nació en República Dominicana, en el Ingenio consuelo Procedía de una familia obrera con raíces en Jamaica, Trinidad. St Kitts y del sur de los Estados Unidos. Las lenguas que aprendió en su hogar y la de sus juegos fueron en inglés y el patúa. Por otro lado, cabe señalar que Norber- to James es, en forma directa, descendiente de los cocolos, una colonia inglesa que se radicó en los ingenios de San Pedro de Macorís y la Romana. No es hasta los diez años de edad, el momento en que su familia se traslada del batey a Macorís del Mar, y es cuando el poeta llega a dominar el español. Al abandonar la provincia de San Pedro de Macorís en 1963 para proseguir estudios de pintura y música en Santo Domingo, Norberto James se llevó consigo el paisaje de miseria y marginalidad que les resulta- ban parte de él mismo. Pudo comprobar al emigrar que el cuadro no era menos áspero en la ciudad capital, donde gran parte de la población sobrevivía en la más absoluta miseria.
James fue testigo del optimismo generalizado que produjo el gobierno de Juan Bosch y de la profunda desazón ciudadana, al ver como la esperanza se perdía víctima de la avaricia de los grupos de poder. Por eso, James sabía que el único estandarte a defender era el de los pobres, los oprimidos o marginados, cuando ese pueblo histó- ricamente pisoteado se levantó en armas para reclamar el regreso al único Estado de derecho que les había reconocido una plena existencia política.
Más tarde, como militante del Movi- miento Popular Dominicano (MPD) James padeció en carne propia la persecución política y, como muchos otros jóvenes que profesaban ideologías revolucionarias, en- tendía que la única forma de salvar la vida en aquel momento era tomando el camino del exilio.
Es en el año 1972, gracias al Partido Comunista Dominicano (PCD), Norberto James logra salir del país, junto con Andrés L. Mateo; ambos se establecerían en La Habana, en donde estudiarían becados por el gobierno cubano. Terminados sus estudios de filología en la Universidad de La Habana, en 1979, James emprende regreso a Santo Domingo, para darse cuenta que el gobier- no le había decretado un impedimento de entrada contra su persona, el cual sería de- rogado el año siguiente cuando al fin pudo retornar a su país, República Dominicana.
Desde su llegada a Santo Domingo, el panorama que encontró tras su larga ausen- cia reafirmó las inquietudes de renovación social, que lo habían ocupado desde su llegada a la capital, en el año 1963, y que más adelante le daría forma a su primer libro titulado: Sobre la marcha (1969).
A principio de los ochenta, James pudo comprobar lo profundo que se había afianzado en el ethos nacional los mores del imperialismo capitalista. Cuan predecible seguía siendo el accionar de los políticos y las élites, las cuales parecían estar más preocupadas por mantener la vigencia de su dominio, que por impulsar agendas que garantizaran el desarrollo de bienes sociales. James se dio cuenta de la triste realidad y de lo poco que quedaba de los afanes utópicos de luchar por una sociedad más igualitaria. Manifestaba su desencanto frente a una izquierda separada y con sus antiguos di- rigentes ocupando cargos administrativos en el gobierno y la empresa privada, sin ninguna vergüenza.
Una vez James asume su identidad de inmigrante, escribe un poema que ha sido el más reproducido, de un poeta dominicano posterior a la muerte de Trujillo. El poema se titula “Los inmigrantes”, escrito en ho- menaje a los jornaleros que abandonaron sus islas miserables para venir a la isla domi- nicana a aventurar en la laboriosa industria del azúcar. Inicialmente, la industria de la azúcar estuvo en manos norteamericanas y posteriormente en manos de Trujillo, para luego terminar desmanteladas en manos del Estado. Cabe decir que la fuerza elegíaca de “Los inmigrantes” coloca a Norberto James como uno de los principales exponentes de lo que por esa época se les reconoce como la Joven Poesía.1
Unos años después, James emigra a los Estados Unidos donde trabaja como docente, donde, actualmente, se encuentra asentado en tierras norteamericanas y ha seguido hilvanando versos y cumpliendo su tarea como poeta.
La fuerza utópica no disminuirá, desde que el desasociego de la vida en la isla le obli- gara a un nuevo comienzo, en el año1982, en que fue becado por Boston University para cursar estudios doctorales en literatu- ra. Donde al final de su carrera será que se
establecerá definitivamente en los Estados Unidos y allí impartirá la docencia.2 De manera, que deberíamos reconocer, y sobre todo valorar, al gran poeta de la diáspora dominicana quien hoy vive el otoño de su vida junto a su esposa Beff y su hijo Tito en Estados Unidos.
Norberto no solo es poeta, es ante todo un gran humanista y se le ha reconocido como un caballero de capa y espada. James ha sido visto con un respeto reverencial, por sus colegas y escritores de todos los países y quizás, aunque suene increíble, en la República Dominicana no mucha gente en los medios literarios haya oído hablar de su trabajo en literatura y su gran aportación a la poesía.
La poesía de Norberto James es intimis- ta, de profunda musicalidad y variedad de imágenes. Es una expresión personal de un mundo propio y a la vez ajeno, donde inter- viene la isla, sueños y la realidad cotidiana de una sociedad diferente, en la que vive des- pués de muchos años, en esa soledad sólida y aplastante de la sociedad norteamericana.
Por otra parte, cabe decir que el destaca- do escritor y poeta Andrés L. Mateo, quien acompañara en el exilio al poeta James, ex- presa su visión sobre Norberto James. Mateo refiere que la poesía de James tiene el ritmo de los bateyes, y hace esta ponderación de su amigo y compañero de noches recordadas con tristeza:
Su poesía es lenta, morosa, se parece al transcurrir de la vida en los bate- yes. Porque Norberto no encuentra otro lugar en la literatura para re- producir su vida que no sea lírica. La lírica no tiene relación espacio temporal, no tiene sujeto. Quien lee un poema echa a andar una historia que ocurre en el acto de la lectura. Cuando no son los cocolos telón de fondo de su infancia y referen- tes épicos de sus angustias, son los exilios y los autoexilios. También
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el desarraigo, y la nostalgia, que en sus textos yace tendida a sus pies como un perro flaco. Norberto no puede ser otra cosa que poeta, y por suerte lo es.3
Néstor E. Rodríguez, en su ensayo sobre Norberto James, explica algunos poemas claves que insertan al poeta en esa nueva poesía, la que se teje en los años de los 70s.
En el poema I, él hablante le inquiere a su hijo que observe como el mar rasguña la orilla de la playa. Le hace notar distan- ciándose del poema. Expresa que el mar se va introduciendo como destelladas húmedas para imponer su reino salobre:
I
Observa hijo cómo rasguña
el mar las orillas de la playa
cómo a dentelladas húmedas
impone su reino salobre.
Según Rodríguez, el poeta James
Rawlings, a manera de enseñar una lección a su hijo, Tito Wellington, condensa en poderosas imágenes toda una pedagogía de cómo vive un exiliado. La voz del hablante lírico confundida, forsejea con ese mar inconmovible, que arropa con su luminosidad la memoria de los días pasados.4 Pero el mar, según expresa el poeta al final del poema, es más que todo ganancia ya que nos señala que cuando canta el mar se embriaga el sol de la brisa, y entre las blancas cortinas de agua se cuela su música amarga. Ese mar del Caribe es para James testigo de heroicas historias personales y de terribles batallas por la supervivencias, en un espacio donde la sumisión, y el avasallamiento, muestra sus más indignantes y ruines matices. Ese mar cuenta, de esta manera, su historia que nos esconde su realidad calamitosa que padecen los descendientes de esas islas:
Cuando canta el mar
se embriga de sol la brisa
se cuela su música amarga entre blancas cortinas de agua
y construye la distancia
con invisibles partículas
de transparencia diurna.
Néstor Rodríguez, refiriendose a Nor-
berto James, expresa que el Caribe arrastró consigo los antepasados arcaicos del poeta, los James de Ocho Ríos, hasta el polvo del Ingenio Consuelo y sus miserias. Por su parte, añade que Norberto James le dedicó a la recia estirpe de los cocolos su más grande creación, “Los inmigrantes”. Los versos que inician este himno, de uno de los más notables componentes de la cultura dominicana, compendian la materia que refulge a lo largo de su obra. “Aún no se ha escrito la historia de su congoja./Su viejo dolor unido al nuestro”.5 Destaca Rodríguez, ciertamente, la pulsión agónica que compedia estos versos celebratorios del acervo proveniente de los inmigrantes de las Antillas de habla Inglesa y que marca no solo los textos de Sobre la marcha (1969), su primer poemario, sino toda su producción hasta el momento. Afirma que este rasgo de la poética literaria de Norberto James se une a la fineza de su artesanía para con- vertir a su obra, junto a la de don Pedro Mir, en el estadio más alto de la poesía social dominicana.6
La obra de Norberto James Rawlings se conoce poco en República Dominicana. No obstante, quienes han tenido acceso a su escritura conocen la calidad, profundidad y compromiso de él con su patria. El poeta se inserta en la generación de escritores post dictadura de Trujillo. Aunque también se le ha reconocido como el poeta de todas las épocas en que ha vivido y como resultado de la guerra civil de abril de 1965 en Repú- blica Dominicana.
De los poemas de James, en su antología titulada Señas de identidad y otros poemas del 2008, haré un breve recorrido y dejaré mi visión sobre sus versos, aquellos que me han tocado profundamente; sobre todo, la tristeza y el desarraigo que expresa el autor
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en cada poema. Trataré de mirar a su poesía desde una perspectiva crítica que quizás otros no la hayan visto. Analizaremos, entre otros temas, la resistencia a olvidar esos sueños de su juventud, en los que dialoga, y se enfrentá a la desalentadora y constante época que representa en sus versos.
“No olvido nada”
En el poema “No olvido nada”, la voz lírica nos habla de la isla de Santo Domingo, expresa su sentir a través de una conversación con esa otredad, que es la patria, y de la cual no olvida ese terruño tropical. La voz se hace sensible y se acerca a la isla como a una persona, una mujer. Como otros poetas, James también viste la patria como a una mujer. Anhelante, expresa que no se ha olvidado de nada, que todavía en su memoria recuerda las huellas de su boca: “No olvido el rastro de tus manos las huellas de tu boca [...]”.
Luego, en “El níveo paisaje de sus senos obstinados desafiantes”, se refiere al paisaje de la campina, a las montañas. Hermoso paisaje cargado de imágenes sugerentes. Los senos son como las montañas, desafiando al que las mira desde abajo.
Y termina el poema expresando su recuerdo, que continúa adherido a la memoria: “Tu recuerdo sigue adherido a la memoria, como la sombra al cuerpo, como el vaivén a la ola [...]”.
¿Y esa yedra indomable que permuta su verdor por la sangre reseca de los ladrillos? Para asociarlo con el recuerdo que se adhiere a la memoria como la sombra al cuerpo, como vaivén a la ola...
“Señal de identidad”
Es un poema que alude al estado de desamparo que siente el poeta al tener que salir de Santo Domingo, que encuentra en el exilio sin poder lograr su cometido. Lucha por la igualdad y los derechos civiles, y solo abraza esa desilusión de los desvelados ante
el fracaso, que es lo único que tiene en un país que no es el suyo. Por eso el poeta dirá: Me niego a negar este rostro que
como bandera que enarbolo
esta voz que proyecto en el vacío ]
/de mis muertos, estos gestos que encarno inmerso en
estas raíces por las que me nutro /y soy.
Me niego a negarme desasociándome de esta mortal que exhibe sus
/flaquezas.
Pero, también, el hablante se niega a
olvidarse de sus principios, a destruir los instrumentos que le definen su cultura, a impugnar a sus dioses:
Me niego a volver la mirada, a destruir mis tambores, impugnar a mis dioses, ignorar mis colores
si a mi memoria erigieran /monumento alguno,
que sea dolmen al amor que profesé no obelisco a la desidia o al desamor.
“El Extranjero”
En el poema “El Extranjero”, el hablante manifiesta un profundo desencanto, un cansancio. Ya no existe la esperanza de encontrar esa puerta, es todo tristeza y melancolía:
Ya no navega sonámbula por los /mares,
buscándote amor
no escudriña las rayas de sus manos, por quien sabe cuál secreto
para encontrarte.
¿Qué tedios recubren las rendijas de tu casa?”
En este poema James cuestiona el tiempo que permuta, pero también es sensible ante la expresión de su sentimiento y a la frustración, al estar lejos de su isla. Escribe desde el exilio, y la impotencia, y se acerca a ello a través de atisbar el dolor, la melancolía.
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Haciéndose uno con la casa, un personaje en conjunto con los muebles a los que le otorga poder. Cuestiona la casa llena de rendijas en abandono, le añade los adjetivos de vieja y polvorienta, deshabitada, donde casi no se escuchan sonidos. El tiempo ha trocado el color a las fotos se han desvanecido con el pasar del tiempo. Personifica la casa, a las paredes le llama piel. Las paredes parecen enfermas en tonos de amarillos, la casa deshecha no percibe ni los cambios de las estaciones; pasan inadvertidos por ellas hasta las chiringas empinadas, remembranzas de viejos recuerdos de la niñez, trastocados por el tiempo.
¿Qué tedios recubren las rendijas /de tu casa,
vieja y polvorienta,
de casi muertos sonidos,
en cuyo mañanero sopor pacen exangües jarrones de aguerridos
/dragones. muebles antiguos,
retratos cuyo color original /permuta el tiempo,
por esta amarillez que habita tu piel y que de ti dice malestares que
/callas?
¿Qué tiempo pierdes, que de las
/estaciones no percibes su inadvertido
/discurrir por las islas, el grácil vuelo de las aves,
las empinadas chichiguas?
“La mano derecha”
En el poema “La mano derecha”, el poeta James mantiene un diálogo íntimo con esa casa que es parte de sus recuerdos. Esa su mano derecha, que ya no es la misma de antes, la transparencia, por eso el agua de los espejos, la ingenuidad, la que soñaba con utopías y la que rasgó cortinas, ya no es la misma:
La mano que a tu puerta toca, No es aquella del agua de los
/espejos En que te mirabas,
Que saltó muros
Rasgó cortinas,
Para desfallecer luego entre tus
/pechos.
Y al final del poema, nos habla en
un tono que sabe a derrota e impotencia. Expresa con dolor, que esa mano derecha rasga,procrea,seduceyanhela.Todos,estos, verbos que indican movimiento y acción, para luego finalizar con este caer vencido a la altura de tus azules. Obviamente, podemos ver que el poeta se refiere a la isla dominicana. Para finalizar, le artribuye a la mano fidelidad, porque toma apuntes y le permite expresar con celos las palabras que le oprimen. Pero, a la vez, vislumbro que es un tributo a la patria.
Indudablemente, James es un poeta insurrecto, revolucionario, que desde el exilio, aún voluntario, reivindica la patria en la cual nació:
Esta que cae vencida,
A la altura de tus azules.
Es mi siempre fiel bien amada
/mano derecha
Que toma apuntes y dispone con
/celo,
Las palabras en que me ahogo.
Notas
1 Véase: Aquiles Julián: Antología de Norberto James. p. 5.
2 Véase: Norberto James. “Señal de identidad y otros poemas” . República Do- minicana: Edición digital. https://asgoped. files.wordpress.com/2010/10/antologia-de- norberto-james-rawlings.pdf
3 Véase: Andrés L. Mateo. En: “Nor- berto James: Mi signo es el desarraigo”. Artículo publicado por Vianca Martínez / especial para Acento.com.do. 2017 (https:// acento.com.do/2017/especiales/8502665- norberto-james-signo-desarraigo/
4 Véase: Néstor Rodríguez en su artículo: “Norberto James Rawlings, el hombre de la multitud”.
5 Véase: Néstor Rodríguez en su artículo: “Norberto James Rawlings, el hombre de la multitud”.
6 Véase: Néstor Rodríguez. Artículo antes citado.