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miércoles, 17 de junio de 2020

El tema de la desilusión: Visión histórica , social y literaria a través del tiempo...

El tema de la desilusión es muy abarcador y puede enfocarse a través de diferentes perspectivas, de diversos momentos de la literatura. He decidido enfocar este ensayo, desde una visión histórica, social y literaria a través del tiempo.

¿Cómo se proyecta la desilusión en diferentes épocas y cómo lo proyecta el intelectual en su entorno? Tomando como base el desequilibrio moral y la desaparición de asideros en relación al derrumbe que sufre parte del Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. Centraré el tema tomando como modelo algunas consideraciones al igual, que en las figuras de escritores importantes que, de alguna forma, fueron afectados por el tedio, el entorno y la devastación que dejó la Guerra en Europa. Sin embargo, debo decir, que estos escritores en su momento proyectaron sus inquietudes morales y buscaron la forma de ayudar con sus reflexiones de diferentes maneras; unos en su poética, y otros con su prosa ensayística. Así, nos dejaron en el tiempo un legado de incalculable valor, tanto en Europa como en Hispanoamérica.

En primer lugar, es importante señalar, cómo el hombre se ve afectado por un vacío existencial provocado por el caos, la destrucción y la inseguridad, que como bien he referido antes, provocaron las Guerras de fin de siglo. Esta circunstancia vuelve al hombre a una reflexión hacía sí mismo, hacía una búsqueda interior que se observa en la literatura.
Cómo reaccionan estos intelectuales y plasman sus ideas a través del tiempo, buscando atisbos a esa realidad deseada y frustrada. Uno de los temas más comunes y de gran relevancia en la literatura es el amor . Durante el siglo XIX Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español, escribió Rimas y leyendas sobre el amor. Esto lo logra, desde una perspectiva diferente al estilo del periodo al que pertenecía. El poeta, tuvo muchos amores no correspondidos y relaciones con mujeres que terminaron en fracasos. Es posible que estas relaciones influyeran en su poética, pues explora el amor en un contexto de desilusión y soledad.
Señala Allyson Voss en su estudio titulado, “Las leyendas de Bécquer y el amor inalcanzable”, que los temas de la desilusión y el amor son evidentes en los poemas de Bécquer. Utiliza su escritura para presenta el amor, la desilusión y la soledad. Los protagonistas de su poesía están desilusionados por las imágenes de la feminidad y se enamora de mujeres irreales.
La literatura a lo largo del tiempo ha sido bombardeada, por diferentes vanguardias cuyos miembros escapan de su realidad, desilusionados por las condiciones que se le ofrecen como ser social al hombre. Así vemos, como en Francia surgen movimientos como el expresionismo y luego otras corrientes que dejaron sus huellas, tales como el dadaísmo, y el futurismo. Más tarde, Jean Paul Sartre con el existencialismo y Albert Camus con el absurdo en el teatro, novela y ensayo.

Los escritores seguirán éste mismo derrotero de escapar al vacío y al tedio, hacía la búsqueda interna del yo, la otredad, la introspección. La búsqueda de una conciencia que aliviara esa ambivalencia de no saber hacia donde iba todo después de la Guerra. Este siglo agonizante, fue para los intelectuales europeos, más literario que político. Previo al acontecer en España, suceden en Europa, grandes aportaciones literarias que servirán de puente al hombre para encontrar respuesta a esa búsqueda existencial, que veremos luego en el próximo siglo. Estos escritores proponen obras literarias, en las que se refleja la desilusión del hombre, envuelto en su mundo hostil y decadente. Escritores como Pirandello, Bretón, Malarmé, Verlaine, Dostoievsky, Kafka, Marinetti, Proust, Joyce entre otros. Todos ellos, muestran en sus obras de una u otra forma, rezagos de una desilusión profunda del “ser”.

No obstante, es necesario resaltar que el surrealismo es un movimiento muy importante sobre todo en la narrativa y la pintura. El artista permite aflorar su expresión al subconsciente y se evita la censura de la razón. Se trata de “Un arte automático”, en el que se destaca Andrés Breton. Este movimiento, será importante y servirá como atisbo a los poetas posteriores que trataran el tema de la desilusión.

Cabe decir que, la desilusión en ese momento fue más poética que filosófica, como veremos en nuestra exposición. Y es con la culminación de las guerras en España, después de ser despojada de sus colonias por los americanos en 1898 , lo que se conoce como “botín de guerra” . A partir de entonces se comienza una aventura refundadora. Por un lado, el modernismo en Hispanoamérica con Rubén Darío y la renovación del lenguaje, y por otra, el surgimiento de los llamados escritores melancólicos del 98, quienes tuvieron la responsabilidad de crear esta poética y el meritorio trabajo de descubrir la realidad de lo español.
Producto de este tedio, soledad, vacío, encontramos a escritores como Azorín, hombre de un pensamiento fragmentario, que llegó al convencimiento de la inutilidad, de la ineficacia de la acción política. Por su parte, Ganivet, nostálgico de la vida plena y de la aventura perdida. En ese Baroja representante de la iracunda malhumorada y literaria. Todos ellos se habían convertido en cronistas de una España sin imperio. Dejando todos un vago olor a naftalina como podemos ver reflejado en las casas deterioradas después de la Guerra en novelas como Nada de Carmen Laforet. Y por otro lado el moho, la ropa vieja vendida para poder comer. Además, se observa como los personajes en el texto de Laforet, se deshacen de las piezas de valor. ¿Cómo poder sobrevivir durante y después de la Guerra? Esto no los preguntamos los que hemos vivido alguna vez un conflicto parecido o una guerra civil, por no decir algo más degradante y grotesco.

Es, como si todos estos escritores en su discurso certificasen el fin de la España idealizada, y se quedarán en una intimidad de desilusión y nostalgia. De otra parte, más allá de los prosistas, la reacción de los poetas, como estos, a través de su poética, producen el cambio hacía el nuevo siglo de oro, el cual inaugurará más tarde en Hispanoamérica Rubén Darío.

El influjo literario que tuvo en Hispanoamérica Darío, Lugones, Cesar Vallejo, José Gorostiza , Xavier Villaurrutia, Pablo Neruda, Vicente Huidobro y otros, coincidió en España con la poética de la generación del 27. Entre ellos podemos citar a; Aleixandre, Guillén, Cernuda, Juan Ramón Jiménez entre otros, quienes lograron la perfección expresiva en la prosa. De esta generación del 98 “nacida en los grises días del fin de un imperio” se enlazó con el proyecto cultural de Hispanoamérica.
No obstante, cabe señalar que el tedio y la desilusión será un fenómeno ,que pese a que finalizó la Guerra y todo lo que hemos mencionado se mantendrá y será una constante a lo largo del siglo XX, en la obra de muchos de los escritores.

En el campo del pensamiento, Unamuno nos deja su imagen un tanto patética de libertador, solitario, y pensamiento auténtico, personal y autónomo. Los pensamientos unamunianos estaban más cerca de Jean Paul Sartre, existencialista ateo, pero de un ateísmo mesurado. Por otro lado, la vanguardia histórica, celebró entonces, una modernidad con esta generación del 98, la cual intentó levantar a España de la soledad, la angustia y un no saber que hacer. Sin asideros para sostenerse tras la desilusión producto de dos guerras: La bomba atómica y el fracaso de la democracia. Se comenzaba a cuestionar la idea del progreso, pero el cuestionamiento iría más allá de lo imaginado para estos intelectuales.

¿Cómo abordar el tema de la desilusión, en una tradición poética acostumbrada a convertir todo en solemnidad? Neruda, se ríe de los otros y le llama los viejos poetas, Parra le llamará Los imbéciles, que bajen de los árboles, pero reconociéndose ambos entre ellos.

La escritura de poemas y anti-poemas en 1954 revolucionará la poesía, la manera de poetizar rebelde y transgresora como una violencia al tedio que siente el poeta. Neruda adoptará el tono de la anti poesía en Hispanoamérica, en Estravagario 1958. Ernesto Cardenal sacará su variante el Exteriorismo, Parra se ridiculizará descaradamente de él mismo como poeta. Es una máscara para transgredir irónicamente la pérdida de la ilusión.

Por otro lado, unas décadas anteriores, Rubén Darío trae una nueva modalidad a la poesía con el modernismo, pretende dar belleza mediante la forma, pero a la vez sus temas reflejan escapismo a un mundo imaginario. Rechazan la realidad y crean mundos idealizados utópicos producto también de la desilusión. Angustia existencial, amargura del presente, melancolía del pasado, lo cual hace sus composiciones un tanto nostálgicas y melancólicas.

Parece ser, que la mayor parte del arte, desde sus comienzos hasta la actualidad, es uno comprometido con la causa que envuelve al individuo como ente social. Así, éste se aboca a una labor de disuasión, de duelo por la imagen y el imaginario, una labor de duelo estético, muchas veces fallido. Esto acarrea una especie de melancolía que envuelve toda la sensibilidad del artista y parece revivir en el reciclaje de su historia y de sus vestigios.

Por un lado, el grupo de autores del la generación del 98 surgió, a consecuencia de un desastre muy importante que afectó a toda la sociedad. Esto revivió sentimientos negativos de tristeza, incomprensión, lo cual se ve plasmado a lo largo de toda la poesía de esta generación.

En algunas obras pretenden ser irónicos, pero una ironía que parece provenir de esa misma desilusión de las cosas. Es la ironía del arrepentimiento, y del resentimiento que constituyen un estado supremo en el arte moderno. Así como constituyen según Nietzsche, el estado último de la genealogía de la moral. Es una parodia de la cultura por sí misma, como forma de vengarse, característica de una desilusión radical.
El arte no es un reflejo mecánico de las condiciones positivas o negativas del mundo, sino una ilusión exacerbada, el espejo hiperbólico de éstas. Podríamos decir a manera de conclusión que la ilusión está ligada a la utopía y la desilusión a la ironía. Ahora bien, esa ironía no es ya la de los románticos. Es una ironía objetiva, que se ha pasado a las cosas, se ha convertido en objetos ya no es función del sujeto. No es un espejo crítico, donde se refleja la incertidumbre del mundo, sino, el propio espejo del mundo, un mundo artificial en el que vivimos, el mismo que nos rodea. Las cosas mismas ejercen una función espiritual e irónica, por su existencia misma. La ironía se manifiesta en cada fragmento de nuestros signos, de nuestros objetos, de nuestras imágenes. Ya no hay necesidad como lo hacían los surrealistas, de exagerar las funcionalidad de los objetos, como Dalí y otros artistas plásticos. Estamos en un mundo hiperrealista donde las cosas tienden a iluminarse ellas mismas. Irónicamente es como un efecto de parodia.


Por Doris Melo Mendoza.


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