Durante muchos años se ha querido ver el cuento, como un complemento de la novela, cuando en realidad son dos géneros con sus respectivas características propias. Con el paso del tiempo, la fábula autóctona pasó de un complejo proceso de mestizaje cultural a los moldes más refinados de la narrativa española europea. Hermosos ejemplares de esas simbiosis se dan en Los Comentarios Reales, del Inca Garcilaso de la Vega.
Un breve recuento de la cuentística en Hispanoamérica, revela de inmediato, su impresionante desarrollo en todo el continente. En su raíz, la tradición narrativa hispanoamericana se remonta a las culturas precolombinas. El gusto por la narrativa, surge desde muy temprano y la fusión de todo ese material legendario ha producido una gama inagotable de modalidades narrativas, las cuales se convirtieron, en sustrato importante de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
En Hispanoamérica, como en otras partes del mundo, el cuento literario es una creación del romanticismo. Sabemos que, en forma embrionaria existió durante muchos siglos, a manera de narración interpolada en textos clásicos. En los comienzos del siglo XIX el cuento se encuentra supeditado a la literatura costumbrista. El cuento decimonónico en general y aún entre españoles, se reciente de ese exagerado gusto por el detalle ambiental.
En Hispanoamérica, desgraciadamente más de un escritor regionalista de este siglo, concibió la elaboración del paisaje y escenas locales como meta principal en la creación narrativa. A pesar de los excesos coloristas, el cuento hispanoamericano, de principios de siglo fue encontrado en la ficción de Poe, Maupassant y otros modelos, que prescribían como nunca antes, los límites y posibilidades del género.
Resulta claro que, hacia fines del siglo XIX, comienza a definirse el cuento en Hispanoamérica, pero también es importante reconocer que por aquellos años surgieron corrientes literarias, que impulsaron considerablemente el desarrollo del cuento. Es muy notable que el modernismo, en la prosa prefirió la narración breve, sin pretenderlo, quizás impuso el relato por la economía del lenguaje.
En general los cuentos del mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y los de Rubén Darío, entre otros, son ejemplos de esa ficción, en los que, la palabra ha sido trabajada desde una actividad intensamente selectiva. Paralelamente al modernismo se cultiva el relato de carisma naturalista. La documentación objetiva de injusticias, miserias y experiencias grotescas es lo que modula en el cuento. El acontecimiento más notable del cuento hispanoamericano es el que reproduce la revolución mexicana del 1910; hecho de importancia capital en el mundo americano. De aquel proceso de transformación surge una literatura de gran interés, en la que el cuento ocupa un lugar importante. Mariano Azuela, Gerardo Murillo, ambos son escritores que se destacan en este periodo. El cuento es casi en ellos, un bosquejo de incidentes o un mero reportaje de sucesos revolucionarios. Produjeron una narrativa en lo que prevalece la creación de lo imaginario.
El cuento, se inspira en el hecho colectivo de la revolución. En un esquema que presenta Enrique Pupo Walker sobre el genero. Señala, que el periodo entre 1880 y 1940, el cuento evolucionó guiado por tres fuerzas propulsoras muy disimiles entre sí. Influyó la pasión formalista del modernismo y la escritura visceral y escuela naturalista, y algo más tarde, con la narrativa de la Revolución Mexicana. La cuentística del realismo criollo fue abundante, desde el principio de siglo, pero es difícil precisar los rasgos en esta narrativa ya que aparece viciado por una estrecha perspectiva regionalista, que distrae con los problemas sociales particulares de la región, o con la más cruda protesta social.
A partir de los años cuarenta, el cuento explora posibilidades diversas y decae el regionalismo criollista. Podría hablarse ya, del relato fantástico, del realismo mágico, del cuento psicológico y demás. En los años de la postguerra, el cuento se verá dominado por la obra de grandes creadores. En la década comprendida entre 1949 y 1954 aparecen: Borges, con su libro Ficciones; Cortázar con su Bestiarios; Rulfo con El Llano en llamas entre otros. Muchos críticos están de acuerdo, con lo que señala Pupo Walker sobre esta división del cuento.
Horacio Quiroga fue el primer gran cuentista hispanoamericano. Con el paso de los años desarrolla una prosa sobria, que expresa exactamente su estoica visión, de las relaciones que mantiene en sus cuentos con el hombre y la naturaleza. Así, Quiroga empezó su obra como modernista. Jean Franco señala, que el realismo de Quiroga está muy próximo al de Azuela y al de Gálvez en el hecho que construye con cuidado una cadena de causa y efecto, que termina para el protagonista en un desastre. Pero donde se aparta de Azuela y los demás es, en la importancia que le otorga al azar o al accidente en la vida humana.
La crítica esta de acuerdo, y entre ellos Jean Franco, Anderson Imbert y Bellini entre otros, en que los cuentos de Quiroga denotan un realismo extremo y en los que el autor presenta, un minucioso análisis psicológico y este, radica por lo general, en un análisis de la conducta humana, casi siempre en condiciones extremas.
El tema de la muerte es una constante en sus cuentos, las grotescas contorsiones finales preceden a la muerte. Confesaba, que, en su época de juventud, lo único que el leía era a Poe. Que él había llegado a dominarlo por completo. De manera tal, que Quiroga reconoce la influencia que de Poe existe en su prosa. Otros que influyeron en Quiroga fueron Maupassant, Kipling Chejov. El cuento que en Hispanoamérica alcanza la estatura de un género mayor se encuentra en Quiroga, su gran maestro. Se le ha comparado con Poe en un plano más universal. Quiroga, aprende de Poe las técnicas que otorgan al cuento, la fisonomía de un género autónomo y que luego el mismo resume, en su Decálogo del perfecto cuentista. Según Pupo Walker, Quiroga es el primero que junto a Lugones le otorga importancia al relato fantástico, que en Hispanoamérica estaba dando sus primeros pasos en escritores argentinos.
Los cuentos de Quiroga son importantes, por su valor artístico, como vehículo de temas, cuyo mérito radica en su mayor o menor medida, del criollismo, que en haber encontrado una forma determinada que los realizara más eficazmente.
A través de la muerte se percibe, con frecuencia, temas trágicos en sus cuentos, donde veremos, como logra el cuentista la realización de esa norma. Esto lo podremos ver en el cuento titulado El almohadón de plumas. Un cuento en el que lo grotesco es un elemento que domina al final del cuento. Lo insólito se plantea en la relación de esta pareja que, desde la luna de miel , ella enferma y no se levanta más . Poco a poco se va consumiendo en si misma hasta que muere. Al morir no se explican la causa de la muerte . No obstante, el esposo y la sirvienta ven dos manchas de sangre en la almohada y él rompe con un cuchillo el almohadón de plumas y salta el pequeño monstruo que le chupo toda la sangre a la esposa. Los años en la selva colocan a Quiroga frente a esa realidad de América, que el describe de forma realista en sus cuentos. En algunos casos, los cuentos de Quiroga, tratan los temas de la novela regionalista y la naturaleza bárbara, devorando al hombre, las enfermedades producidas por las condiciones malsanas de trabajo. Como es el caso del cuento A la deriva. Quiroga presenta en sus cuentos, un verdadero microcosmo de lo que será la narrativa en los años subsiguientes. Pero Quiroga no hace de la selva su protagonista. El centro de sus narraciones, es el hombre y su protesta emerge de la intensidad con la que describe la realidad de sus relatos. En los cuentos: El hijo, A la deriva, y El muerto, representan variaciones de ese teme central de su cuentística, la muerte. Pero no la muerte que le llega al hombre a los pies del lecho sino aquella, que le sorprende a su víctima y con el rápido golpe del machete le arranca de su cotidiano vivir. Los victimarios, son en la mayoría de las veces Serpientes venenosas, hormigas negras, perros rabiosos, el sol fundente, el paludismo y el desamparo de la selva. En el cuento A la Deriva. El protagonista, Paulino ha sido mordido, por una serpiente venenosa. Cuando se da cuenta el veneno, este lo está privando de sus facultades sensoriales. Sube a su canoa y se dirige a casa de su compadre, mientras se desliza la canoa a la deriva, Paulino piensa, en los conocidos que encontrará en el pueblo y en esto deja de respirar. Otra de las características de los cuentos de Quiroga, es su brevedad. A la deriva, Desde el título, está logrado en el la condensación, en el sentido de que no es solamente la canoa la que marcha a la deriva; también lo es el destino de Paulino, desde el momento de la mordedura. Es una vida a la deriva, desde que sube a la canoa, pues está a merced del veneno que encuentra expresión física, en la incontrolada trayectoria marcha a la deriva. Así fue la vida de Quiroga, una vida atribulada, marcada por la desgracia, Cuentan que se marchó a esa selva para no regresar nunca. Al final de sus días tuvo que regresar a Colombia muy enfermo de cáncer , con la idea de regresar de nuevo a la selva una vez sintiera mejoría. Sin embargo, el cáncer estaba muy adelantado y no pudo resistirlo se pegó un tiro.
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